sábado, 18 de abril de 2015

La Aventura del Saber. Casa de la Moneda de Segovia

sábado, 3 de enero de 2009

YESERA



-YESERA DE SIGUERO-

El proceso manufacturero de fabricación del yeso esta dividido en tres fases: extracción del mineral, cocción y molido. Atendiendo a estas fases la instalación consta de una cantera para la extracción de la piedra de yeso, los hornos para la cocción y contiguo a estos una construcción en planta rectangular y cubierta a dos aguas donde se molía cernía y almacenaba el yeso.

Extracción.- En la primitiva explotación el yesar, “que es el terreno abundante en mineral de yeso que se puede beneficiar” o “la cantera de yeso” (1) propiamente dicha, estaba cerca del río, más tarde ya en el Siglo XX se abrió la actual en el coto. La extracción se hacia a cielo abierto. La tierra situada encima de la veta de yeso se desmontaba a pico hasta dejar libre el filón que se partía con explosivos, barrenándolo y dinamitándolo. Las piedras de yeso así extraídas eran transportadas hasta los hornos en carretas tiradas por bueyes. Como el filón estaba en un estrato muy bajo la tierra ha desmontar era mucha y para llevarla hasta el vertedero se tuvieron que instalar unos doscientos metros de raíles de hierro, por donde circulaban vagonetas tiradas por burros.

Cocción.- Cuenta la yesera con dos hornos intermitentes situados uno al lado del otro y semienterrados en la pendiente del terreno. Son de planta en forma de herradura y una sola cámara. Sus muros, de un grosor medio de unos 60 centímetros y una altura de 2,70 metros, están realizados por mampuestos tomados con barro. El interior esta enlucido por una capa de barro y paja. Los hornos estaban cubiertos con un tejado a dos aguas para evitar que la lluvia estropeara la labor y proteger a los operarios. Cada horno tiene una sola boca de algo más de 1,5 metros de luz y rematada por un arco carpanel con una altura de 1,10 metros aproximadamente. Para cargar el horno de piedras de yeso se realiza del siguiente modo: se hacen tres muretes perpendiculares a la boca del horno, uno en el centro de unos 50 centímetros de grosor y dos laterales de algo más de la mitad. Estos muretes se rematan con bóveda, de esta manera tenemos dos hogares que nos permitirán ir cargando el horno continuamente y administrar mejor el fuego. Sobre los dos hogares ya realizados se va rellenando el horno con piedras grandes hasta la coronación en donde se hecha la tapa con piedras menudas para “sujetar el fuego”. Es en la cocción cuando se deshidrata el aljez o piedra de yeso que dará una vez molido el aglomerante que conocemos por yeso. Es una labor de oficio, la cocción dura “unas veinticuatro horas largas”, en donde se tiene que estar cargando continuamente de combustible, sacando las cenizas y vigilando que el fuego no llegue arriba. El control del horno sé hacia dando más o menos tiro tapando con piedras y tierra. Por el color de las piedras, tanto en la parte superior como en la bóveda, el yesero sabe cuando debe de dar por terminado el proceso. En una cocción se empleaban de 8 a 10 carretas de leña de encina. Para obtener la leña se compraban suertes a los vecinos del monte de Siguero y ellos mismos se encargaban de cortarla y transportarla hasta los hornos. Terminada la cocción se dejaba reposar de 12 a 24 horas, se sacaba la ceniza y para descargarlo se hundía, tirando el murete central, y se extraían las piedras por la boca del horno. La cocción no era uniforme, las piedras de los rincones y las bajas se cocían peor. Cada horno hacia entre 35.000 y 40.000 kilogramos.
Cada cinco años se revisaba y acordaba el pago que los yeseros debían hacer a la junta del coto por hornada, los últimos fueron de cien pesetas por cocción.

Molido.- Las piedras extraídas del horno se las machacaba para dejarlas con un diámetro no mayor de unos siete centímetros, seguidamente se las introducía por la tolva en el molino donde eran reducidas a polvo. Después se cernía y se separaban dos calidades fino y basto que se envasaban en sacos de 50 kilogramos.
El molino de martillos era accionado por un motor Diesel de un solo cilindro marca DENSIL, tipo BSI de 8 cv fabricado en Dinamarca. El motor que en un principio vino para accionar un molino de pienso, lo compro el padre de D. Felipe Quintana y lo instalaron para accionar el molino por medio de un sistema de poleas planas. Para la refrigeración del motor, que posiblemente es marino, sé tubo que construir unos depósitos para agua de donde tomaba y descargaba directamente. El arranque del motor se hacia calentando previamente con una lamparilla (de gasolina) la cabeza del cilindro y haciendo girar el volante en sentido contrario, al llegar al punto de explosión y producirse esta el motor cambiaba el sentido de giro. No siempre sucedía así y algunas veces el motor funcionaba girando en sentido contrario. Las poleas de transmisión se engrasaban con unas pastillas especiales en movimiento, lo que resultaba muy peligroso.
Antes de la instalación del molino mecánico las piedras de yeso se trillaban con caballerizas. Se subían las piedras con bueyes hasta Siguero donde en una casa, con el suelo empedrado para la labor, se trillaban con un rodillo troncocónico tirado por mulas describiendo círculos.
En los tiempos del abuelo de D. Felipe Quintana la gente venia a comprar el yeso, después su padre empezó a distribuirlo con un camión por los pueblos, la zona llegaba hasta los pueblos de Navafría, Turegano, Cantalejo, Sepulveda y Riaza. Se comercializo con los nombres de Yesos Quintana y Yesos la Varga. Los últimos precios a los que se vendió el yeso fue una peseta por kilogramo para el fino y cincuenta céntimos por kilogramo para el basto.
Las instalaciones actuales no son las primitivas, los hornos estaban adosados a los muros de la ermita que estaba en ruinas. Hace algo más de 40 años al plantearse la reconstrucción de la ermita se vio la necesidad de trasladar los hornos. Fue el padre de D. Felipe Quintana quien los construyó en su actual emplazamiento.
La yesera, después de un breve periodo de inactividad, se volvió a abrir al principio de los setenta pero transcurridos tres años se tuvo que cerrar definitivamente. Había que renovar las instalaciones para ser competitivos y para eso se necesitaba mucho dinero. La yesería “no daba lo suficiente y se tenían que ayudar con la realización de portes y algo de agricultura”.

Jorge Miguel Soler Valencia
NOTAS:

1- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - 1992.

Informante: D. Felipe Quintana.











TEJERA



-TEJERA DE D. RAMÓN MARTÍN-

Tejar, tejería o tejera, que es como se la conoce en estas tierras, es el “sitio donde se fabrican tejas, ladrillos y adobes” (1) Por lo importante del producto elaborado, allí donde hay una veta de arcilla apta para la fabricación cerámica surge una tejera que abastecerá la demanda de su contorno. De esta manera la localización de la industria la marcará la materia prima, situándose la tejera lo más cerca posible de ella y de un curso o fuente de agua, imprescindible también para la fabricación en el tejar. Por su agrupación, número y tipología característica son de destacar los antiguos tejares de Carbonero el Mayor situados en torno a la cantera de arcilla.

Las fases en que se divide el proceso de fabricación en una tejera son cuatro: preparación de la pasta, moldeo, desecación y cochura. Cada una de estas fases se realiza en una parte del tejar: cantera y balsa para la preparación de la pasta, era y cobertizo para el moldeo y desecación y hornos para la cocción.

La preparación tradicional a mano se realiza del siguiente modo:
Preparación de la pasta.- La extracción de la arcilla se hace generalmente a cielo abierto. La tierra vegetal debe desecharse así como las capas que están inmediatamente debajo. Desmontada la arcilla se transporta hasta la era o explanada donde, si es necesario, se desmenuza y se la somete a un proceso de limpieza, eliminando piedras y elementos extraños. Las tierras deben “pudrirse”, haciéndolas sufrir una meteorización, sometiéndolas a la acción de la intemperie en la estación invernal removiéndolas de vez en cuando con la pala. Por esta acción se forman cristales de hielo en la masa, que ayudan a su disgregación. El nombre vulgar de “pudrirse las tierras” es debido al olor procedente de la descomposición de las materias orgánicas contenidas en las arcillas y al desprendimiento de hidrógeno sulfurado.
Después de haberse mejorado las tierras se las lleva a la alberca en donde se las mezclará con otras materias para adquirir mejores características. En la balsa se pone el agua necesaria y se añade la arcilla y los otros productos por tongadas, dejando que se empapen bien.
El amasado se realiza con los pies, bien en la propia balsa o en forma de torta sobre la era. Cada hombre amasa una torta de unos tres metros de diámetro, moviéndose en espiral del centro a la periferia. Todos los cuerpos extraños que el operario encuentra son extraídos hasta conseguir una pasta homogénea; en la amasadura también se emplean caballerizas o bueyes. La pasta debe quedar con la consistencia de la masa de harina que se emplea para hacer el pan.
Seguidamente se procede al moldeo y si no fuera posible hacerlo en un corto tiempo, se protege la pasta alisando su superficie y cubriéndola con esteras para que no se seque.
Moldeo.- Antes de proceder al moldeo se realiza el último amasado, consistente en hacer montones en forma de flanes y arrancando tiras de un montón para apilar otro a su lado. Con este último amasado se quita el aire y las burbujas de la masa y cuanto más veces se pase la masa más duro y de mejor calidad sale el barro.
La era o tendederos es donde se van a asentar los ladrillos y tejas y debe estar bien llana y cubierta con una capa compuesta de la mezcla de una parte de ceniza y dos de arena fina tamizada. Esta mezcla evitará que se pegue la pasta, por eso mismo también se cubren con ella los moldes o gradillas, la mesa de trabajo y los galápagos. Los ladrillos de moldean apoyando la gradilla en el suelo y rellenándola manualmente con arcilla, después se pasa un enrasador para quitar lo sobrante (2) Seguidamente se retira la gradilla y se repite la operación nuevamente.
Las tejas se moldean en una mesa; el molde tiene forma de trapecio y una vez lleno de arcilla y pasado el enrasador se pasa su contenido sobre el galápago. El galápago está construido en madera y tiene las dimensiones y forma de la teja por su cara cóncava y un asa para asirlo y facilitar su manejo. De esta forma la pasta, al situarla sobre el galápago, adquiere la curvatura que debe tener la teja. Las tejas se van tendiendo en la era, una al lado de otra, apoyando sus generatrices para que no se deformen.

Desecación.- El fin de la desecación es eliminar el agua que contienen los ladrillos y tejas. De esta manera se ahorra combustible en la cochura y además se evita que las piezas salgan porosas, agrietadas y poco consistentes. Las piezas se orean en la era al aire libre. Según van ganando en dureza se las va colocando: a los ladrillos de canto y a las tejas de pie apoyadas dos a dos que se llama “entejar”. Posteriormente con los ladrillos se forman rejales, que son pilas en las que el aire puede circular libremente. El ladrillo, cuando esta seco, debe dar un sonido claro al golpearlo, no dejar la impresión del dedo y presentar limpia la fractura. El mayor enemigo en la desecación es la lluvia; por eso hay que guardar bajo cubierto las piezas cuando amenaza lluvia ya que si no se perdería el trabajo.

Cochura.- Es en la cocción cuando se consigue que los productos moldeados se hagan inalterables. También es el proceso más delicado, donde está en juego todo el trabajo. Con una insuficiente cocción el material saldrá crudo, sin las características mecánicas adecuadas. Por el contrario con un exceso de cocción se pueden fundir las hiladas inferiores y arruinarse toda la hornada. La experiencia y la sabiduría son las que dirán cuando está el proceso en su punto. El artesano se fija en el color que adquieren los ladrillos en la parte superior del horno, que debe ser parecido “a la yema de huevo tirando a blanco” y en la “mengua” que efectúa la carga en el proceso.

En la tejera de D. Ramón Martín los procesos de extracción, preparación y modelado han adquirido un cierto grado de mecanizado, manteniéndose la cocción, en los hornos intermitentes, con el mismo sistema que han utilizado los tejeros desde hace muchas generaciones.
La tejera cuenta con tres hornos, dos de los llamados árabes y uno de túnel. Los dos árabes están situados uno junto a otro formando un solo conjunto; el horno túnel está situado perpendicular a los otros dos y en un extremo, formando los tres en planta una “L”.

El horno árabe es del tipo intermitente y en planta presenta forma cuadrangular. Este tipo de hornos también se puede encontrar con planta interior redonda. Verticalmente está formado por dos cámaras separadas: la inferior es la cámara de combustión llamada caldera o fogón y la superior la cámara de cocción. La separación entre ambas es por medio de un enrejado de ladrillos que permite que pase el calor desde la caldera a la cámara de cocción y además soporta el peso del material a cocer. La caldera, igual que el resto del horno, tiene forma cuadrangular en planta y está excavada en parte en el propio suelo. Su techo lo constituye el enrejado que está formado por varios arcos apuntados, realizados en ladrillo y situados paralelos. Perpendiculares a estos arcos se sitúan unos tabiquillos de ladrillo, de tal forma que van dejado espacios libres por donde pasaran los humos de la combustión. En los hornos antiguos la parte superior del enrejado no era plana y mantenía la forma del trasdós de los arcos. Los huecos, hasta hacer un plano, se rellenaban con piedras calizas que después de la cocción se vendían como cal. La caldera se alimenta por una pequeña abertura que además sirve para introducirse cuando se tiene que limpiar o reparar. El interior del horno está construido en ladrillo jarreado con barro y con las esquinas redondeadas. Al exterior, unos cuatro quintos de la altura es un muro de mampostería y el resto hasta la coronación de ladrillos. Los muros presentan por el exterior un sensible talud y en el interior tienden a cerrarse ligeramente según ganan en altura. La cámara de cocción no está cerrada en su parte superior. A través del hueco de paso denominado “portero” se carga la cámara de cocción de ladrillos y tejas; el horno grande tiene dos porteros a diferente nivel y el pequeño uno. Cuando se ha terminado de cargar el horno, a esta operación se llama “encañar”, se tapan los porteros con ladrillos y barro quedando esta parte del horno perimetralmente cerrada. El horno se puede encañar de diversas formas dependiendo de la cantidad y diversidad de material a cocer. Es una de las operaciones de “oficio”; las piezas deben estar bien trabadas y colocadas de tal forma que no obstruyan el tiro. Las tejas se colocan verticales, alternándose el lado mayor con el menor y trabándolas formando “llave” con las de la fila contigua. En cada nivel de tejas se cambia la dirección de las filas. Los ladrillos se pueden colocar de forma similar a las tejas o haciendo “burros”. Se llama así a la construcción de unos muros con ladrillos puestos verticales; el burro puede dividir el espacio del horno en dos o en cuatro si está cruzado, este espacio se rellena con tejas o baldosas. La capacidad de un horno está en torno a las 2.500 tejas y a los 500 metros cuadrados de baldosas.
A modo de “hormiguero”, entre nivel y nivel de tejas o ladrillos, se pone una capa delgada de una mezcla muy fina de carbón de antracita y hulla para que ayude en la cocción.
Una vez encañado el horno ya esta listo para empezar la cochura. En esta tejera se emplean unos 11.000 kilogramos de leña de pino silvestre por hornada, que viene a durar entre 45 y 50 horas.
En las tres primeras horas, las piezas pierden el agua que retenían, por lo que se debe ir subiendo el fuego gradualmente para no provocar grietas. A las 30 horas aproximadamente, se procede a poner la tapa. La tapa consiste en cubrir la parte superior del horno con un enlosado doble de ladrillos, dejando una abertura en todo su perímetro. Con la tapa se van controlando las zonas, abriendo tiro en las que debe incidir más el fuego y cerrándolo en las que no es necesario.

El tejero, según su experiencia y los recursos del oficio, debe decidir cuando se da por terminada la cocción. Se basa, como antes se ha dicho, en el color que adquieren las tejas en la cocción y en la “mengua “ que experimenta la carga con relación al horno. Para controlar esta mengua el tejero deja un “testigo” en el borde superior del horno, desde donde medirá la distancia vertical a la carga y la separación de ésta con las paredes del horno. Nos cuenta D. Ramón Martín que los secretos del oficio no se trasmitían con facilidad, “eran muy cerrados”, cuando él tenia unos trece años su padre cayó enfermo y tuvo que ser su madre la que les contó la forma de saber el momento en la que la cochura llega a su punto óptimo, “una mengua por lado de unos 3 centímetros y unos 13 en vertical”. Llegado este punto, para ahogar el fuego, se cubre la boca superior con tierra y cascotes y la boca de carga de la caldera se tapa y se sella con barro.
El horno tarda en enfriarse unos 10 días. Al disponer de dos hornos contiguos se puede llegar a un proceso semicontinuo en la cocción. El tiempo completo en cada hornada es de 17 días: dos en encañar el horno, dos en la cochura, diez en enfriarse, uno en quitar la cubierta y dos en desencañar. Mientras el horno está parado se prepara más material y el otro horno.

D. Ramón Martín pertenece a una estirpe de tejeros. Nos asegura que al menos son siete generaciones dedicadas al oficio y se lamenta que posiblemente él sea el último. Nos cuenta, con orgullo, que sus antepasados hicieron las tejas para la Catedral de Segovia y en la última restauración realizada recientemente, él ha manufacturado las tejas empleadas partiendo de una antigua como modelo.
Jorge Miguel Soler Valencia



NOTAS:
1- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA - 1992.
2- Anónimo, L0S VEINTIÚN LIBROS DE LOS INGENIOS Y MAQUINAS – SIGLO XVI.


Informante: D. Ramón Martín. (Falleció en el verano de 2.001)













PEGUERA



-PEGUERA DE ZARZUELA DEL PINAR-

Desde muy antiguo se utiliza la resina de los pinos como materia prima para la elaboración de la pez. Hemos recogido el comentario que hace el ilustre segoviano Andrés Laguna en su traducción de Dioscórides en donde nos ilustra sobre el método usado en su tiempo.
“La pez líquida es aquella resina que destila de los pinos cuando se queman, la cual se hace en esta manera. Toman los pinos más viejos que hallan, y pártelos en astillas, de las cuales hacen un gran montón en algún suelo limpio y enladrillado, cuyo medio sea un poco más alto que la circunferencia, y por todas partes igualmente se incline a ella. Después de compuesta muy bien la leña, la cubren con muchas ramas de abetos y con barro, para que no pueda respirar humo ni llama; y así la ponen el fuego; por donde conviene que la resina, con el grande calor, el cual todo se quema dentro, derritiéndose poco a poco, se cuele y descienda abajo, hasta que la reciba un canal fabricado para este efecto en torno a la hoguera. Ésta, pues, es la verdadera pez líquida, la cual recociéndose más, se endurece, y hace tan seca, que la pueden pulverizar…” (1)

Parece razonable pensar que la evolución lógica del método descrito por Andres Laguna para la elaboración de la pez sea la sustitución del sistema de “montón” por hornos estables donde se mejore la producción.

Se llama peguera al horno que se utiliza para la producción de la pez, sustancia que se elabora por destilación mediante calor de la resina de los pinos o miera.
Una peguera está formada por el horno o peguera y exterior a ella, la olla y la salida de la fiera.
El horno presenta en planta forma de herradura alargada, con una longitud de 4 metros y un ancho máximo de 1.90 metros. La boca de la peguera tiene forma de arco ojival muy apuntado, con una relación entre la luz y la flecha de 1 a 2. Está resuelta por una rosca de ladrillos macizos de un pie, alternando hiladas a soga y tizón. Siguiendo la forma de la boca, se continúa con una bóveda que se cierra en su parte posterior en una semicúpula. La coronación de la bóveda esta rematada por tejas curvas a modo de caballete. La mitad inferior de la peguera está construida con adobes recibidos con cal y la superior con ladrillos macizos. La peguera está revocada, tanto por fuera como por dentro, con barro. Aproximadamente la mitad inferior se encuentra enterrada en un montículo, seguramente artificial, con el objeto de aumentar más su aislamiento térmico y elevarla del nivel del terreno. El suelo de la peguera tiene una pendiente pronunciada hacia la parte posterior que acaba con forma de crisol semiesférico. Dada la forma de la peguera, la pez irá escurriendo y acumulándose en el fondo.
Exterior a la peguera en prolongación con su eje longitudinal y en la parte posterior se sitúa el pozo de pez u olla. A continuación y siguiendo el mismo eje está la salida de la fiera.
El pozo de pez, construido con adobes, tiene una profundidad de 1,60 metros y planta aproximadamente circular. Su boca tiene un diámetro mayor de 1 metro en el inicio, para ir cerrándose formando un cuello de 0,70 metros de diámetro que se volverá a ensanchar en el fondo. La peguera está comunicada con la olla por un conducto que sale del fondo de ésta y desemboca en la olla. Este conducto tiene cierta inclinación para facilitar el flujo de la pez. La salida en la olla está flanqueada por dos piedras y se le denomina muela o pililla. El pozo de pez se cierra en su parte superior con una tapadera de chapa con asa. El pozo comunica con el exterior por la salida de la fiera. La boca de la fiera tiene forma ojival de 10 centímetros de ancho por 30 centímetros de alto. Está flanqueada por unos contrafuertes de mampostería de cal y canto para contener la tierra y sale a una pileta con planta en forma de sector circular. Esta cavidad, realizada en piedra de granito, tiene una profundidad de 30 centímetros y es el lugar en el que se recogía la pez. Algunas pegueras carecen de fiera.

FUNCIONAMIENTO.
Para la elaboración de la pez se utilizaban los residuos del bosque: barrojos, sarros y roña. Se llaman barrojos a las hojas del pino. Si los barrojos tienen resina se les denomina sarros. A la corteza del pino impregnada en resina se le llama roña. Antes de cargar la peguera se procedía a montar la rejilla encima del conducto de salida. La rejilla se formaba con varias “cañas”, que son unos palos que se apoyan en las paredes y el suelo de la peguera, dejando un espacio libre en el fondo. Encima de la rejilla se colocaba la “ramera”, que es una capa de ramas verdes que hacen que el filtro sea más tupido. La peguera se cargaba introduciendo los barrojos, los sarros y la roña por la boca. La carga se realizaba a tongadas alternadas con lienzos de chistos y ramera verde de pino, que servía para ahuecar la carga y que tirara mejor.
Según iba subiendo el nivel de la carga, se iba cerrando la boca con adobes y barro hasta dejar un hueco sin cerrar de unos 50 centímetros de alto. Una vez cargada se introducían unos sarros encendidos con una pala larga para prender la carga. Durante la combustión la tapa de la olla se sella con tierra.

En el momento de encender la carga, los pegueros hacían una cruz en la clave de la peguera “y que ella se entienda”.El tiempo de combustión era de uno a dos días. Cuando se observaba que el fuego estaba llegando al filtro se procedía a retirar los escombros y se daba por terminada la hornada.
En este tiempo, la resina convertida en pez irá bajando por gravedad al fondo de la peguera, desde donde pasará por la pililla a la hoya.

La pez se podía recoger de dos formas: cruda o sólida.

Para la pez cruda, una vez acabada la combustión y transcurrido un cuarto de hora, se abría la salida de la fiera por donde salía la pez que se recogía y envasaba. La pez presentaba un color negruzco y una viscosidad parecida a la miel. Esta pez se comercializaba directamente para utilizarla como alquitrán, elaboración de aceites y barnices o se aderezaba para los boteros y los barcos.
La pez se aderezaba para quitarle el olor a humo y para que no se solidificara. El procedimiento de aderezar consistía en cocer la pez con ajo, cebolla y cáscara de naranja. La cocción duraba aproximadamente un día.
Para la pez sólida, se procedía a tapar con barro el agujero de la muela. Cerrados todos los orificios de la hoya se prendía fuego a la pez de su interior. La combustión duraba de una hora y media a dos horas, debiendo remover la pez con un balanguero (palo largo), cada diez minutos aproximadamente. La temperatura que alcanzaba la combustión rondaba los 300 grados centígrados. Para saber si la pez había alcanzado el punto, las gotas adheridas al balanguero se depositaban en un recipiente. Cuando se secaban, se aplastaban con el dedo y si se hacían polvo, el producto ya se había conseguido. Para interrumpir el proceso se ahogaba el fuego sellando la tapa con tierra. Pasada una media hora las llamas se apagaban y se abría la boca de la fiera con el albando. Previamente se habían hecho en el suelo unos moldes con tablas a modo de gradillas formando un rectángulo de 1 metro de largo por 0,5 de ancho y dividido en dos cuadrados. La pez, que salía muy caliente, se recogía en la pila y se introducía en los moldes donde se solidificaba al enfriarse. Este nuevo producto es el llamado pez griega o colofonia negra. La colofonia se vendía a los laboratorios para la obtención de barnices y colas entre otros productos.
Se cree que el nombre de fiera se debe a la agresividad con la que salía la pez en este proceso, dada su elevada temperatura y fluidez. Era tradicional echar patatas en la fiera, que se asaban en muy poco tiempo.

Las pegueras se utilizaban en el período que va desde noviembre hasta marzo o abril, aunque algunas veces funcionaron todo el año. La mayoría de las pegueras de Zarzuela del Pinar se dejaron de usar a finales de los setenta. En la actualidad todavía se utiliza alguna ocasionalmente.
Jorge Miguel Soler Valencia


NOTAS:
1- DIOSCÓRIDES, MATERIA MEDICA, traducción y comentarios de Andrés Laguna - 1563.

Informante: D. Luis Calvo
D. Emiliano de Pablos.











NORIA DE TIRO O DE SANGRE




-NORIAS DE PINARNEGRILLO-

El agua subterránea almacenada en los acuíferos, es aprovechada por el hombre desde tiempos muy remotos. Para acceder a ella es necesario realizar una excavación o pozo que será más o menos profundo dependiendo del nivel freático del acuífero. El pozo nos proporciona el agua, pero a no ser que nos encontremos con un pozo surgente, el nivel freático siempre estará a una cota inferior a la del suelo topográfico. Muchos han sido los ingenios inventados a lo largo de la historia para elevar el agua; entre ellos destaca por su pervivencia, sencillez y combinación mecánica, la noria de tiro o noria de sangre.

Define el diccionario como noria a la “máquina compuesta generalmente de dos grandes ruedas, una horizontal a manera de linterna, movida con una palanca de la que tira una caballería, y otra vertical que engrana en la primera y lleva colgada una maroma con arcaduces para sacar agua de un pozo” y al “pozo formado en figura comúnmente ovalada, de cual se saca el agua con la máquina”.(1)
Atendiendo a estas definiciones nos interesa el conjunto destinado al aprovechamiento del agua subterránea compuesto por una construcción y una máquina.

Los pozos de las norias tienen unas particularidades que los hacen diferentes a los pozos domésticos, cuya extracción se hace manualmente con cubos. Los pozos más elaborados presentan una tipología muy similar y están formados por el pozo propiamente dicho, la plataforma o andén por donde circula la caballería, una balsa que está comunicada con el pozo de extracción y una alberca o pila en donde se acumula el agua una vez elevada para su posterior uso.
La plataforma tiene forma troncocónica y se eleva sobre el nivel del suelo unos 0,7 metros. El radio en la base superior del andén es de poco más de 3 metros.
El pozo, que esta situado en el centro de la plataforma, es de planta rectangular con las esquinas redondeadas y tiene unas dimensiones de 1,2 por 0,75 metros aproximadamente en la boca. Según gana en profundidad, se va agrandando, tomando forma tronco piramidal. Esta parte, con una profundidad desde la boca del pozo de unos 2,5 metros, se encuentra recubierta de mampuestos recibidos con mortero de cal. En la parte superior las hiladas más cercanas a la boca son de lajas de piedra, que por aproximación de hiladas van cerrando el pozo y rematan el brocal. En la parte baja del pozo, inferior a la zona de mampuestos, las paredes bajan a plomo hasta el fondo y están sin recubrir para permitir la recarga del pozo por filtración.
Situadas radialmente a la plataforma y secantes a ella se encuentran la balsa y la alberca. La balsa es un gran pozo a cielo abierto de planta rectangular de unos 5 por 3 metros y con las esquinas redondeadas e igualmente recubierto con mampuestos y lajas. La comunicación entre el pozo de extracción y la balsa es por medio de una galería de 0,5 metros de ancha. Su finalidad es la de permitir un mayor volumen de agua almacenada y presentar una mayor superficie filtrante para reducir el tiempo de recarga.
La alberca, de planta rectangular de 2,6 por 3,3 metros, tiene una profundidad de tan solo 0,4 metros. Está construida de mampostería fratasada en su interior con mortero de cemento. La elevación de la plataforma permite que la alberca se encuentre sobre el nivel del resto del terreno.
Las norias de madera fueron sustituyéndose desde mediados del Siglo XIX (2) por las que ahora nos encontramos. Éstas son el producto de ir depurando un diseño con nuevos materiales y procesos, principalmente el hierro como material y la fundición como proceso constructivo. El sistema de funcionamiento de una noria es la mecanización sin fin del proceso de sacar agua con un cubo de forma manual. Se ha resuelto de la siguiente forma: una serie de recipientes, llamados cangilones o arcaduces, están unidos unos con otros formando una cadena, de tal forma que la parte posterior de uno linda con la boca del que le precede. Esta cadena o rosario está suspendida de una rueda, llamada rueda de agua, que además de sostenerla, la impulsa, de tal manera que los cangilones bajan vacíos boca abajo, se sumergen en el agua en el punto inferior y suben llenos boca arriba. Al llegar al punto superior de su recorrido y voltearse desaguan en una cubeta que recoge el agua y la conduce a la alberca.
A estas norias se las llama de tiro o de sangre por estar accionadas por animales de tiro. La caballería, unida a una palanca o cabrestante, imprime en su recorrido un movimiento circular. Este movimiento circular de eje vertical debe ser trasformado en otro de igual geometría pero de eje horizontal, que es el que necesitamos para mover la rueda de agua y en definitiva los cangilones. La transformación en el cambio de plano de giro se realizaba en las norias más primitivas por medio de una linterna y una rueda dentada y en las posteriores por un par de engranajes cónicos.
Dependiendo del tamaño y número de los cangilones algunas norias necesitan dos bestias para su funcionamiento. Los animales estaban en la noria tanto por la mañana como por la tarde y sólo se les desenganchaba en la hora de la comida. Para evitar que la noria girase en sentido contrario disponen de un trinquete en el engranaje vertical llamado gato.

POZOS Y NORIAS DE PINARNEGRILLO
Si circulamos por la carretera que nos conduce desde la N- 601 a Fuentepelayo, al aproximarnos al pueblo de Pinarnegrillo podemos distinguir entre los campos de cultivo un buen número de norias y pozos para la extracción de agua. Sin duda la formación geológica del acuífero, con su nivel freático a escasos metros del nivel topográfico del suelo, provocó en tiempos pasados su explotación masiva para el riego de las huertas. Era tal la importancia de la actividad que ocupaba a la mayoría de los vecinos en el cultivo y comercialización de los productos hortícolas, incluso el cura tenía un huerto. Los naturales de Pinarnegrillo recorrían los mercados de los pueblos de la provincia e incluso de Valladolid vendiendo sus productos.
Las norias actuales de hierro no sustituyeron sistemáticamente a otras anteriores de madera, como en la mayoría de los sitios, sino a cigüeñales, que era el sistema más implantado en Pinarnegrillo y posiblemente el primer ingenio mecánico inventado por el hombre para elevar agua.

D. Florentino Santos nos informa: “Alguna noria de madera para sacar agua hubo, pero eran los cigüeñales los que masivamente realizaban esta labor, incluso hubo uno en la plaza del pueblo de propiedad concejil para uso ciudadano que se perdió unos años después de la guerra civil del 36".

Desde principios de siglo, poco a poco, las norias de hierro fueron remplazando a los cigüeñales. Éstas, a su vez, fueron sustituyéndose por pequeños grupos de motobombas que a también han tenido que dar paso a potentes grupos de elevación que trabajan en profundas perforaciones. El nivel freático ha ido descendiendo de los 4 ó 5 metros de los primitivos pozos de los cigüeñales a los más de 80 metros de las actuales perforaciones.

Jorge Miguel Soler Valencia

OTRA INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA:
Consultar "REVISTA DE FOLKLORE" FUNDACIÓN JOAQUÍN DÍAZ TÍTULO:NORIAS DE TRADICIÓN MUDEJAR EN LAS SALINAS DE IMÓN (GUADALAJARA)Autor: CRUZ GARCÍA, Oscar.

NOTAS:
1- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – 1992.
2- CARO BAROJA, Julio, TECNOLOGÍA POPULAR ESPAÑOLA, Editora Nacional- 1983.

Informante: D. Florentino Santos.











MOLINO HARINERO Y FÁBRICA DE HARINA



Un molino es la máquina o ingenio cuya función es la de moler sustancias sólidas. También recibe este nombre el edificio que la alberga.


La evolución en el proceso de los ingenios dedicados a la molienda ha dado como resultado el perfeccionamiento de la técnica molinar desde los molinos prehistóricos a las actuales fábricas de harinas. Pero la necesidad y el localismo han permitido que hayan convivido diferentes sistemas al mismo tiempo como los molinos maquileros y las fábricas de harinas. En algunos casos, la diferencia entre molino o fábrica de harina es más administrativa que técnica y es la división del trabajo una de las características sociales diferenciadora entre las fabricas de harinas y los molinos tradicionales.

Estos ingenios los podemos clasificar dependiendo de:
a/ - La sustancia a moler; en este apartado nos centraremos en los harineros, que son los que molturan cereales para obtener harinas y piensos.
b/ - El sistema energético empleado para su funcionamiento; si bien la mayoría de los antiguos molinos y fábricas de harinas de nuestra provincia utilizaban la energía hidráulica para su funcionamiento también contamos con molinos movidos por otras fuentes energéticas como la eléctrica, el vapor e incluso la eólica. Por lo insólito destaca el inusual caso de Navalmanzano, donde una máquina de vapor era la encargada de mover dos pares de muelas. No menos peculiar en una orografía surcada por multitud de corrientes de agua es el caso de los molinos de viento que contamos en nuestra provincia. El más estudiado, el molino de viento de Cuellar (1)
c/ - El mecanismo de trituración; el sistema de muelas está asociado principalmente a los molinos, utilizando habitualmente las fábricas de harinas el sistema de rodillos aunque en algunos casos nos podemos encontrar con fábricas de harinas que molturan por muelas.

Además dentro de estos apartados, el hombre ha ido desarrollando diferentes variaciones para resolver los problemas técnicos a lo largo del tiempo adaptandose al habitat en donde se sitúa el molino. Por todos estos motivos, la tipología de los molinos es diversa en extremo.

El molino de El Cubo que hemos seleccionado como tipo, es uno de los más antiguos y rudimentarios que hemos encontrado. Siguiendo la clasificación anterior es:
- Un molino harinero.
- Un molino hidráulico de eje vertical con caz, balsa y cubo.
- Un molino de prensa con dos muelas, una fija o solera y otra móvil o volandera.
La particularidad de este molino está principalmente en su motor hidráulico, realizado en madera y cuyo diseño es muy similar a los representados en el siglo XVI (2)

Un molino es un conjunto técnico que debe responder a unas necesidades de producción en unas condiciones geográficas e hidráulicas determinadas. Dentro de este conjunto y para una mejor descripción lo dividimos en:
a) Sistemas de captación y acumulación de agua.
b) Maquinaria, en la que distinguimos el motor y la parte de las muelas.
c) Elementos auxiliares.
d) Edificio.
e) Un sistema comercial para una actividad de transformación.

a) Sistema de captación y acumulación de agua.
Los molinos hidráulicos, como todas las máquinas hidráulicas, funcionan por la energía que se desarrolla al pasar el agua de un nivel superior a otro inferior. Para conseguir la altura de salto necesaria se desvía aguas arriba parte de la corriente fluvial y se conduce hasta el molino con menor pendiente que la que lleva el río. El molino del Cubo toma las aguas del arroyo Polendos directamente por un caz. Actualmente el arroyo tiene muy poco caudal y a partir de la toma del caz el curso natural del arroyo se queda seco, circulando por el caz la totalidad del caudal del arroyo hasta pasado el molino, en donde vuelve al curso natural. El caz tiene una longitud de kilometro y medio y conduce las aguas hasta una balsa de considerables dimensiones que sin duda responde al poco caudal del arroyo. El nivel de la balsa se controla por el ladrón, compuerta lateral que sirve de aliviadero. Entre la balsa y el molino se sitúan los cubos. El cubo es un estanque en forma de vaso que está comunicado con la balsa por su parte superior por medio de una compuerta y por un conducto diametralmente opuesto e inferior, el bocín, con el motor hidráulico. La función del cubo es la de conseguir una altura de presión lo más constante posible. Llama la atención que el cubo es el topónimo de la zona (3)

b) Maquinaria.
El motor hidráulico es la parte encargada de generar el movimiento para realizar el trabajo de la molienda. Está ubicado en el interior de una bóveda de cañón y a nivel inferior que la balsa.
En él podemos distinguir los siguientes elementos: rueda hidráulica, árbol, sopuente y saetín.
Como la rueda hidráulica es de eje vertical se la denomina rodezno. Este rodezno tiene un diámetro de 1,80 metros y se compone de 40 álabes de madera que se ensamblan sirviéndose de un cerco de hierro forjado que la azuncha perimetralmente y dos aros del mismo material que las sujetan entre sus caras por medio de pernos.

El rodezno está solidario al árbol o eje del molino que es el encargado de transmitir el movimiento a las muelas. Es una pieza de madera de sección circular, más gruesa en su parte inferior, en donde va encastrado el rodezno. El árbol esta reforzado por aros de hierro forjado y en su extremo inferior termina en una pieza de bronce templado llamada punto. El punto es el cojinete inferior del motor hidráulico. Su ingeniosa forma se debe a su doble utilización, ya que la misma pieza sirve de punto, parte móvil superior, y contrapunto, parte inferior fija.
El árbol se prolonga en su parte superior hasta las muelas por un eje de hierro llamado palón.
La sopuente es una viga de madera de gran sección que sirve de cuna al contrapunto. En ella descansa el peso del rodezno, árbol, palón y muela volandera. Su función es la de permitir la variación en la separación entre las muelas. Está articulada en uno de sus extremos y asida en el lado opuesto por un tirante de madera o alivio. Tensando el alivio conseguimos elevar la sopuente, que al desplazar a todo el conjunto, separa las muelas.

Al conducto que comunica el cubo con el rodezno se le conoce por bocín y al extremo del bocín del lado del motor se denomina saetín. Está construido de madera, menos el frontal, donde está la trampilla, que es de hierro. La compuerta es de guillotina y se acciona desde las muelas por una barra de hierro. Con el saetín se regula el caudal de agua que impele al rodezno y por tanto su velocidad.

Al conjunto de elementos en donde se moltura el grano se le denomina las muelas. Las piedras o muelas tienen un diámetro de 1,30 metros y un peso aproximado de 900 kilogramos de nuevas y son de las llamadas francesas. La inferior o solera esta emplazada a una altura del suelo de un metro aproximadamente sobre sendas vigas de madera que hacen de zócalo, es fija y se nivela por cuñas. Sobre la solera se sitúa la muela móvil o volandera. En el ojo de la solera se encuentra el cojinete superior del molino, que se centra por medio de cuñas. Es muy importante que el eje esté perpendicular a las piedras para que éstas giren paralelas.
El palón sobresale de la solera para asir a la volandera. Este engarce se hace por medio de dos piezas metálicas: el gorro y la lavija. El gorro corona al palón y su misión es permitir el encastre de la lavija, la cual está sujeta a la volandera. Esta unión se cimenta con plomo, que se introduce fundido.
Las muelas están cubiertas por una tapa de madera, de forma prismática de base octogonal llamado guardapolvos, que evita la dispersión de la harina. La harina sale por un hueco del guardapolvos, practicable con una trampilla, situado sobre el arnal, que es el depósito donde se recoge.
Sobre el guardapolvos esta un armazón de madera, o burro, que soporta la tolva. Ésta tiene forma de tronco de pirámide invertida y es donde se echa el grano. De la tolva, el grano cae al cuezo, que tiene como misión la de dosificar la cantidad de grano que entra en las muelas por el orificio superior de la tapa. ¿Cómo se efectúa la dosificación? El sistema es sencillo e ingenioso. Veamos: El cuezo está suspendido debajo de la tolva, atado por cuerdas. Según regulemos la tensión de éstas, su inclinación variará y podremos ajustar también la fricción entre el cuezo y el triquitraque. Cuando el molino está en movimiento, el triquitraque golpeará al cuezo, con mayor o menor intensidad dependiendo del tensado y así este hará vibrar al cuezo facilitando la caída adecuada del grano.
Al mando del alivio se le conoce por el nombre de huso, es una palomilla que al girarla, sube o baja el alivio. La buena utilización de este mando es muy importante para que la harina salga buena, ya que si las piedras están muy juntas, se calentarán por el rozamiento y la harina saldrá tostada. Por el contrario, si su separación es excesiva, el grano no se molturará lo necesario.
Con el mando del saetín podemos controlar la velocidad de giro del motor hidráulico. Como podemos suponer, el control de estos dos mandos están estrechamente relacionados el uno con el otro, ya que, dependiendo de la velocidad de giro de las muelas, el grano deberá permanecer mayor o menor tiempo entre ellas.

c) Elementos auxiliares.

En el proceso de la fabricación de la harina, además de la molienda, son necesarias otras dos operaciones: la limpieza del grano y la separación del salvado. Para estas operaciones se utilizan dos máquinas: la limpia y el cedazo.
El grano llega de la era con impurezas que deben ser separadas. La limpia es la máquina que se utiliza para esta labor. Es un cajón de madera de 1,5 metros de largo por 1 metro de ancho y 1,5 metros de alto, en cuyo interior, entre otros elementos, se aloja un cilindro de chapa perforada que al girar hace de criba. Las limpias primitivas se accionaban “a mano”; las más modernas son movidas por el propio motor hidráulico por medio de correas.
El cedazo es un cajón de 5 metros de largo por 1 metro de ancho y dos metros de alto, en cuyo interior alberga un tamiz con armazón de madera y recubierto con telas de diferente tupido. Una vez molida la harina, se saca del arnal y se introduce en el cedazo (en molinos más modernos esta operación se realiza mecánicamente por ingeniosos sistemas elevadores), que al ir pasando por los distintos gramajes del tamiz separa el salvado y clasifica la harina. Un tornillo de Arquímedes alojado debajo del tamiz distribuye el producto que sale por unas bocas donde se carga en sacos. El cedazo también se acciona por medio de correas tomando el movimiento del propio molino.
La cabria es una sencilla grúa de madera, situada al lado de las muelas. Se utiliza para levantar las piedras cuando se cambian o vuelven a ser talladas.
Para tallar las piedras se utilizan dos herramientas: la piqueta y la bujarda. La piqueta es un azuche (semejante a los utilizados en albañilería) que se emplea para tallar los canales de las muelas. La bujarda o mazo sirve para puntear las piedras y darles rugosidad.

d) Edificio.
El edificio o molino propiamente dicho está emplazado contiguo a la balsa, su construcción es de tipo popular. Está formado por tres volúmenes, que posiblemente responden a ampliaciones al tener que cubrir mayores necesidades. Como edificio principal destaca el volumen de dos alturas. Los muros son de mampostería de cal y canto y adobe, y las jambas y dinteles de los huecos están resueltos con ladrillo macizo. La cubierta está resuelta a todas las aguas y teja segoviana. Su distribución obedece a la necesidad propia de la molinería (sala de molienda y almacén) y de la vivienda.

c) Un sistema comercial para una actividad de transformación.
El sistema comercial particular de la molinería era la maquila. El pago de los servicios prestados lo cobra el molinero, quedándose con una parte del grano que recibe para la molienda. Esta formula se abandonó en Segovia hace tiempo pero se ha mantenido hasta los años 50 en otras zonas cercanas. La formula empleada en este molino era una cantidad por kilogramo molido. De cada 15 kilogramos en entregados al molinero, éste devuelve 14 kilogramos de harina; el que falta se da por perdido en el espolvoreo.

Historia.
La referencia más antigua que conocemos sobre molinos hidráulicos esta contenida en unos versos atribuidos a Antipater de Thesalónica en el Siglo I a J.C.(4), que dicen:
“Dejar de moler, oh mujeres que trabajáis en el molino.
Seguid durmiendo, aunque los gallos canten la llegada del alba.
Deméter ha ordenado a las ninfas del agua
que hagan ellas vuestra tarea.
Saltando en la rueda, hacen girar el eje
que hace moverse las grandes piedras trituradoras”.
Pero es el romano Vitruvio, también del siglo I, quien nos describe de forma técnica en su tratado Los Diez Libros de Architectura, aceñas y molinos movidos por ruedas hidráulicas:
De Architectura X. 5.1.
“ Del mismo modo se hacen también azudas en los ríos, acomodando las volanderas en la circunferencia exterior, las cuales, impelidas al ímpetu de la corriente, giran perennemente la rueda, que tomando el agua con los caxoncillos, y llevandola a lo alto, hacen el efecto deseado, sin impulso humano y sólo con la corriente misma”.

En el Siglo X, son ya numerosas las menciones documentales de molinos hidráulicos en España:
“En Melgar de Arriba, Iscam y Filauria compran la cuarta parte de un molino a Monio en el año 945 y la mitad de otro a Dolquiti 941. Situados ambos en el río Cea (5).
La mención más antigua que hemos hallado, sobre molinos y aceñas en Segovia, es en un documento de una “Concesión Real” a la Catedral de Santa María de un terreno y unas tierras a la orilla del río Eresma por Alfonso I El Batallador y su esposa Doña Urraca y confirmada posteriormente por Alfonso VII. La concesión debe ser anterior al año 1114 en que se separan definitivamente los monarcas (6)
“DOMO EI ILLAS ACENIAS QUE SUNT SUPRA PONTEM CASTELLANUM CUM SUA PRESA SICUT PERTINENT AD REGEN NEC NON DONO EI TERRA QUE INCIPIT SUB CASTRO SUPER RIPAM FLUMINIS LEREDME PER MOLENDINOS QUINIONES USQUE AD VINNEA FILIORUM DE DIDAGO MONIOZ”.
“También le doy ( al obispo) aquellas aceñas que están por encima de la Puente Castellana, con su presa, como pertenecen al Rey, y también la tierra que comienza a los pies del castro, sobre la ribera del río Eresma a lo largo de los molinos de Quiñores hasta las viñas de los hijos de Diego Monioz .
Es en la Edad Media cuando se da la gran expansión de los molinos hidráulicos. En el año de 1085, el censo territorial del libro de Domesday (7), aparecían mas de 5600 molinos de agua en Inglaterra.
Carlos de Lecea nos cuenta refiriéndose a Segovia que “más de trescientos molinos harineros llego a contar en su territorio” (8)
En el Diccionario de Pascual Madoz realizado entre 1845 y 1850 figuran 225 molinos harineros en la provincia de Segovia (9)

El molino, como nos describe Joaquín Díaz, “Siempre fue considerado, además de como ingenio útil, como lugar de encuentro compartiendo honores con el lavadero, la fuente o el horno, hasta la llegada de la luz eléctrica que debilitaron o anularon la importancia de tales y tan concurridos ámbitos de reunión. Tubo fama el molino por su situación apartada y por las horas a las que se utilizaba, de lugar en el que, si no se producían todos los días hechos escandalosos, al menos nadie dudaba de que se podían producir”. (10) Sobre este particular Agapito Marazuela recogió estas estrofas:
“Vengo de moler, morena
de los molinos de arriba;
duermo con la molinera,
no me cobra la maquila...”
Esta situación apartada también propiciaba el robo. D. José Luis San Miguel Trapero en un documento manuscrito nos ha contado los avatares de su abuelo, que regentaba el molino de la Puerta de la Fuerza de Sepúlveda:
“Hacia 1860, explotaba este molino, nuestro abuelo materno, José Trapero Tanarro, para lo cual, necesitaba disponer de una crecida reata de caballerías. Los llamados -burros de molinero-. Animales enteros, de gran alzada, robustos y resistentes. Con ellos recorría la población y pueblos más próximos, recogiendo el grano a moler. Después regresaba con la harina, piensos y salvado. En unas casas, cobraba la maquila, (una parte del grano molido) y en otras, las más, el precio ajustado en monedas o billetes, por fanegas, celemines, sacos o arrobas. Suministraba harina a las tahonas de Sepúlveda y pueblos limítrofes, haciendo uno o dos viajes por semana. En aquellos tiempos había mucho bandolerismo, y se atacaba a viajeros y se saqueaban los lugares alejados de población. Como los criados o mozos se negaban a viajar de noche, el abuelo, iba pertrechado con escopeta, cartuchos de dinamita y buenos perros mastines de presa. Contaba la abuela, que en más de una ocasión entraron a robar al molino, llevándose lo que tenía algún valor, por lo que nunca tenían dinero en el molino.
Como anécdota curiosa, llegada a nosotros por vía oral, a través de la abuela Baltasara y de mi madre, nos contaron como se las arreglaba el abuelo para tener seguros sus ingresos.
Procuraba llegar siempre de noche al molino, y al llegar al Cementerio Viejo, situado a medio camino entre la población y el molino, saltaba las tapias del cementerio, y detrás del Cristo que presidía la Capilla, escondía el dinero en bolsas de cuero, volviendo a cubrir el agujero con su piedra. De este cementerio aún se conservan las paredes, restos de la capilla y las tumbas que no se exhumaron. La imagen del Cristo se conserva hoy en la capilla del cementerio nuevo.
Cementerios y muertos, siempre han infundido un gran respeto a las gentes, por lo que el escondite era seguro”.

Jorge Miguel Soler Valencia

OTRA INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA:
El molino de El Cubo (Folklore)
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=875



NOTAS:
1- ARRANZ SANTOS, Carlos CARRICAJO CARBAJO, Carlos y FRAILE DE PABLO, Ángel, CUELLAR: UN MOLINO DE VIENTO EN LA ÉPOCA DE LOS REYES CATÓLICOS, REVISTA FOLKLORE Nº 166.
2- CARO BAROJA, Julio, TECNOLOGÍA POPULAR ESPAÑOLA, Editora Nacional- 1983.
3- PLANO DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL HOJA Nº 457.
4- STRANDH, Sirvard, MÁQUINAS-UNA HISTORIA ILUSTRADA, Hermann Blume Ed. -1982
5- MARTÍNEZ SOPEÑA, Pascual, LA TIERRA DE CAMPOS OCCIDENTAL, POBLAMIENTO, PODER Y COMUNIDAD DEL SIGLO X AL XIII.
6- RUIZ HERNANDO, José Antonio, HISTORIA DEL URBANISMO EN LA CIUDAD DE SEGOVIA DEL SIGLO XII AL XIX - 1982.
7- STRANDH, Sirvard, MÁQUINAS-UNA HISTORIA ILUSTRADA, Hermann Blume Ed. -1982
8- LECEA Y GARCÍA Carlos de, RECUERDOS DE LA ANTIGUA INDUSTRIA SEGOVIANA, F. Santiuste. Impresor de la Sociedad Económica de Amigos del País -1897.
9- MADOZ, Pascual, DICCIONARIO GEOGRÁFICO-ESTADÍSTICO-HISTÓRICO DE ESPAÑA -1845/1850.
10-DÍAZ, Joaquín, EL MOLINO COMO EXCUSA EN EL ROMANCERO.