jueves, 1 de enero de 2009

ASERRADERO

-REAL ASERRÍO MECÁNICO DE LOS MONTES DE VALSAÍN-


Cuenta la provincia de Segovia con las masas forestales de Valsaín, Navafría, El Espinar y de la Tierra de Pinares. No es por eso de extrañar que a lo largo del tiempo hayan surgido industrias dedicadas al aserrío, como la sierra de agua de Navafría que cita Madoz en su diccionario y que luego se convertiría en el primer martinete de cobre; o el molino del Habanero en Cañicosa, que aprovechando el motor hidráulico del molino movía una sierra para madera; o el aserradero situado en Navalmanzano, en plena Tierra de Pinares, y accionado por una máquina de vapor de dos cilindros.

Si un conjunto arquitectónico-mecánico, fruto del racionalismo funcional de la revolución industrial, sobresale en nuestro patrimonio provincial ese es el Real Aserrío Mecánico de los Montes de Valsaín.

Si bien los montes de Valsaín no han sido explotados de forma claramente industrial hasta principios del Siglo XIX, su excelente madera era conocida desde finales de la Edad Media, siendo utilizada tanto para las necesidades constructivas de los pueblos de su entorno, como en la construcción de ingenios y en edificios singulares ya fueran religiosos o reales. Carpintería de armar y maquinaria para molinos y batanes situados a orillas del Eresma, tienen confirmada documentalmente esta procedencia. También la madera de Valsaín esta formando parte de las estructuras de la iglesia de Santa María la Real de Nieva, los monasterios de Santa María del Parral y San Lorenzo del Escorial, el Alcázar y la Casa de la Moneda de Segovia, los palacios de El Pardo y Aranjuez y los Reales Sitios de San Ildefonso y Riofrío (1)
Recoge el diccionario de Pascual Madoz (1845-1850) lo que puede ser el primer establecimiento de aserrío de importancia para la explotación del pinar:
VALSAÍN:...”:A 1/4 de leg. S. Se empezó el 13 de junio de 1825 y concluyó el año 29, una máquina de serrar maderas, que consiste en una rueda hidráulica que da movimiento a otras dos más pequeñas, y hacen andar a la vez 13 sierras: se trabajó en ellas cuando el real patrimonio tuvo por su cuenta las cortas de madera, pero en el año de 1833 cesó esta elaboración y se halla cerrada”(2).

Cerrado el aserrío hidráulico, seguramente por su escaso rendimiento debido a la falta de agua en el estiaje y a los hielos de los crudos inviernos, no es hasta el año de 1874 cuando se comisiona al entonces Inspector General de Montes, Roque León de Rivero para realizar los estudios necesarios de ordenación del monte, con el fin de hacer posible la explotación con la conservación del pinar. Después de viajar por España, Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda para recoger en vivo tanto otras experiencias como nuevas técnicas, Roque León de Rivero redactó una memoria que, aceptada y apoyada por la Real Intendencia General, constituyó el origen del proyecto del Real Aserrío Mecánico de los Montes de Valsaín.
Es en 1883, según datos aportados por Breñosa y Castellarnau recogidos en su Guía de San Ildefonso, cuando inician las actividades del Real Aserrío (3).

El edificio representa un ejemplo de equilibrio entre la racionalidad funcional y el gusto estético.
Tiene en planta un desarrollo muy sencillo: un módulo central rectangular de aproximadamente 63x14,5 metros, al que se le han adosado en cada uno de sus extremos, y haciendo escuadra con él, otros de 8,5x20 metros. Los tres rectángulos coinciden en una misma alineación en el paramento posterior, presentando en planta forma de U. La fachada principal del edificio está orientada a poniente.

Estos espacios se distribuyen del siguiente modo: en el módulo del extremo N está emplazada la máquina de vapor. Contigua a ésta, pero ya en el módulo central, se encuentran el cuarto de calderas y el comedor. En el módulo del extremo S estaban situadas las oficinas en la planta baja y las viviendas en la planta alta y contiguas a éstas, ocupando parte del modulo central, la sala de forja (que conserva en la actualidad la fragua y algunas máquinas herramientas de la época) y a continuación la sala de afilado de sierras (con tres afiladoras). En el módulo central, el espacio entre el comedor y la sala de afilado de las sierras es la sala de elaboración maderera, la sala de aserrío propiamente, donde se situaban las máquinas herramientas (sierra vertical de doble bastidor que admite hasta 32 hojas, sierra circular doble de 26 pulgadas de diámetro, sierra inglesa de cinta o sin fin, sierra vertical de un solo bastidor, sierra circular sin movimiento automático de avance, máquina de cepillar y machihembrar, máquina de cepillar, machihembrar y moldurar, sierra circular con movimiento automático de avance y sierra de cinta).

Uno de los principales problemas que se planteaban en las industrias donde la fuerza motriz partía de un solo motor era el dar movimiento a un elevado numero de máquinas. La solución más corriente era transmitir el movimiento por medio de múltiples poleas, correas y ejes, por lo general elevados, que provocaron numerosos accidentes entre los operarios.
En el proyecto del Real Aserrío, se separaron las zonas más peligrosas por su funcionamiento y manipulación (máquina de vapor y calderas) de las de un mayor trasiego humano (sala de aserrío) y se trató de evitar las zonas de transmisión del movimiento llevando el eje de transmisión y cinta transportadora de virutas y serrín por debajo del pavimento de la sala de aserrío. Con esta disposición se conseguía un conjunto “limpio”, aislando las zonas de mayor peligro de accidentes.

Constructivamente, la gran nave central es un espacio diáfano de una altura libre de 4,8 metros, con cubierta a dos aguas y aleros a nivel, que vierten a las fachadas principal y posterior (O y E). La cubierta está realizada en madera, con la clásica disposición de correas, pares, tablazón y pizarra que descansa sobre cerchas de madera de pino piñonero, elaboradas a mano, que se apoyan en dobles ménsulas de madera que trasmiten las cargas a los pilares de ladrillo. El cerramiento entre pilares está formado por cristaleras en la parte superior y en la zona inferior por un cierre metálico de persiana enrollable que permite, una vez plegado, el total paso por el hueco. Debajo del piso de la sala de aserrío, entablado por completo, está el sótano. En este espacio subterráneo se encuentran: el eje de transmisión del movimiento que partiendo de la máquina de vapor recorre toda la sala; la cinta transportadora y elevadora que recogía el serrín y las virutas y las conducía hasta las calderas, y las bancadas y cimientos de las máquinas herramientas de la sala.
Los módulos laterales están resueltos por muros perimetrales de carga realizados por verdugadas, esquinas y jambas de huecos de ladrillo macizo y entrepaños de mampostería, todo ello recibido con mortero de cal.
Las cubiertas, también a dos aguas, tienen los caballetes perpendiculares al de la nave central. Los hastíales, que dan a la fachada principal, están rematados formando escalones, al igual que el frontis central del edificio. El esmero en el proyecto que representan éstos y otros detalles en este singular edificio nos demuestran “que el edificio industrial no tiene que ser necesariamente feo por el hecho de que su diseño deba ser prioritariamente utilitario” (4).
La chimenea de evacuación de los humos procedentes de la combustión de las calderas está situada, exenta del edificio, en el lado N de la fachada posterior. De fábrica de ladrillo macizo, tiene una altura aproximada de 25 metros y está comunicada con las calderas por un conducto subterráneo.

El abastecimiento de agua para las calderas se realizaba por medio de dos depósitos: el superior, elevado unos 18 metros sobre el nivel del piso de la nave de aserrío, situado en el pinar, con una capacidad de 800 metros cúbicos y excavado en la roca y el inferior, situado junto a la chimenea.
Este segundo depósito estaba provisto de un flotador que por medio de un sistema de poleas avisaba en la sala de máquinas de la falta de agua para abastecer las calderas. En estos casos había que parar la máquina. El causante principal de la falta de agua en el deposito inferior era el frío, que helaba el agua en las conducciones. El agua de los depósitos, además de usarse para el abastecimiento de las calderas también servía a la red de bocas contra incendios del complejo.

Para dar movimiento a todo el conjunto de máquinas herramientas se optó por un sistema a vapor. Forman este sistema las calderas, que se encargan de producir la energía calorífica necesaria y la máquina de vapor, que trasformará esa energía en movimiento (energía cinética).
Las dos impresionantes calderas, de fabricación inglesa, son de tipo tubulares, inexplotables (aún trabajando a 10 atmósferas de presión) y preparadas para todo tipo de combustible, incluso los residuos de las tareas de aserrado. Nunca funcionaron a la vez, quedando siempre una preparada para suplir a su gemela en caso de avería. En una hora y cuarto aproximadamente estaban listas para desarrollar su máxima potencia.

La gran máquina de vapor procedente de la fábrica VAN DER KERCHOVE, de Gante (Bélgica) es un modelo con un cilindro horizontal de doble efecto, con cursor Corliss, condensador y capaz de desarrollar una potencia de 90 c.v.. El ingeniero norteamericano George Henry Corliss, diseñó y patentó el sistema que lleva su nombre. El CURSOR CORLISS consiste en un juego de válvulas cilíndricas oscilantes que controlan la admisión y salida del vapor del cilindro y que están conectadas a un regulador centrifugo de Watt, de tal forma que el regulador actúa sobre la entrada del vapor controlando las revoluciones de la máquina en función del trabajo requerido. Si éste era mayor, la entrada de vapor aumentaba, y si era menor la entrada disminuía. Así se ahorraba vapor y combustible (5). El émbolo, por un sistema de biela-manivela, mueve un gran volante de inercia de 4,9 metros de diámetro y éste, a su vez, con una gran correa transmisora, da movimiento al largo eje, de 80 milímetros de diámetro, que recorre toda la nave de trabajo y en el cual por medio de otras poleas se movían las sierras.

Como informó D. Jesús Gala Gancedo, que desde 1926 a 1981 trabajó como maquinista en el Real Aserrío y aprendió el oficio del primer maquinista (naval), D. Antonio Rodríguez, trabajaban al cargo del conjunto motor tres operarios: un maquinista, al cuidado de la gran máquina de vapor; un fogonero, al cargo de las calderas y un encargado de la vigilancia de la cinta transportadora de serrín y viruta hacia las calderas. De su seguridad, decir que en toda su vida de trabajo no se produjo ningún accidente humano (6).
En torno a la fábrica se tuvieron que montar unos 800 metros de vía férrea, por los que circulaban vagonetas, llevando las trozas a aserrar y sacándolas ya elaboradas.

El Patrimonio Nacional, en 1964, trasladó su actividad al nuevo aserradero construido junto al antiguo en el mismo recinto.

El 23 de Enero de 1987, un grupo de profesores del entonces Instituto de Formación Profesional “Ezequiel González “ de Segovia, iniciaron los trámites para la declaración de Bien de Interés Cultural del Real Aserrío Mecánico de Valsaín ante la Dirección General de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura (7).

El ICONA, haciéndose eco de la propuesta de dedicar el antiguo aserradero a Museo de la Madera (8), encargó su estudio, pero el proyecto no se ha llevado a cabo.

Sería lamentable e imperdonable que una joya de nuestro Patrimonio, ejemplo de la Revolución Industrial tanto por su importancia histórica como por lo bien resuelto del conjunto industrial, como es el Real Aserrío Mecánico de los Montes de Valsaín, se arruine y como en tantos otros casos se tenga que reconstruir lo que no se supo conservar. Sabemos que el actual Director del Aserradero esta sensibilizado por la conservación de este singular conjunto y esperamos que sus gestiones den el resultado que este magnifico conjunto merece.

Jorge Miguel Soler Valencia



NOTAS:

1-CRUZ, Óscar, ESPINAR Pedro E., SOLER, Jorge M. como coordinadores del equipo de alumnos formado por: Jesús Arenal, Sonsoles Encinas, Luis Pastor, Javier Cañas, Antonio Marcos, Pedro Callejo, José Herrero, Pedro Rubio, Mª. Cruz Castaño y Juan Martín, REAL ASERRÍO MECÁNICO DE LOS MONTES DE VALSAÍN, ICONA-1987.
2-MADOZ, Pascual, DICCIONARIO GEOGRÁFICO-ESTADÍSTICO-HISTÓRICO DE ESPAÑA-1845/1850.
3-BREÑOSA, Rafael y CASTELLARNAU, Joaquín María, GUÍA DEL REAL SITIO DE SAN ILDEFONSO, Tip. De los sucesores de Rivadeneyra - MADRID -1884.

4- CRUZ, Óscar, ESPINAR Pedro E., SOLER, Jorge M. y equipo de alumnos, REAL ASERRÍO MECÁNICO DE LOS MONTES DE VALSAÍN, ICONA-1987.
5-STRANDH, Sirvard, MÁQUINAS-UNA HISTORIA ILUSTRADA, Hermann Blume Ed. -1982.
6- CRUZ, Óscar, ESPINAR Pedro E., SOLER, Jorge M. y equipo de alumnos, REAL ASERRÍO MECÁNICO DE LOS MONTES DE VALSAÍN, ICONA-1987.
7- Los profesores: Jorge M. Soler, Pedro E. Espinar, Óscar E. Cruz, Mª Nieves Coca, Montserrat M. González, José Mª Antón, Luis García, José A. Pérez, José I. García, no han tenido respuesta.
8- CRUZ, Óscar, ESPINAR Pedro E., SOLER, Jorge M. y equipo de alumnos, REAL ASERRÍO MECÁNICO DE LOS MONTES DE VALSAÍN, ICONA-1987.