- LA SEGOVIANA, FÁBRICA DE ALCOHOL NEUTRO VÍNICO DE RAPARIEGOS-
Madoz tiene registradas en su diccionario de la provincia de Segovia ocho fábricas de aguardiente.
Pero ¿Qué es el aguardiente?
El diccionario de la lengua dice: “Bebida espiritosa que, por destilación, se saca del vino y de otras sustancias; es alcohol diluido en agua. Seguido de la preposición de y de un sustantivo, designa la sustancia de que se extrae o con la que se combina o el lugar donde se fabrica. AGUARDIENTE de orujo, de guindas, de Cazalla”. (1)
De la definición del diccionario extraemos la frase: “es alcohol diluido en agua”. Por tanto, estas industrias que recoge Madoz, necesitaban alcohol para la fabricación del aguardiente. Algunas lo producían ellas mismas y otras lo compraban a fábricas dedicadas a su obtención.
Nos cuenta D. Pedro Martín que “La Segoviana, fábrica de alcohol neutro vínico”, situada en Rapariegos, fue fundada por su padre D. Manuel Martín García en torno al año 1911. Se dedicaban principalmente a la destilación del orujo de las uvas para la obtención de alcohol de 60º. Este alcohol lo vendían a otras fábricas que lo elevaban a 96º para destinarlo a la elaboración de licores. Como vemos “La Segoviana” se dedicaba a vender un producto semielaborado. Vendían, entre otras, a la fábrica Dávila Villalón de Cabezón de Pisuerga y a la cercana fábrica Aceves situada en Coca.
La fábrica tiene, en planta, dos estancias contiguas separadas por un muro. En la interior, que da al corral que es común con la vivienda, es donde se sitúa el ingenio de destilación. En la exterior, hay dos pozos para almacenar orujo y un pequeño cuarto, al que llega un tubo desde el alambique que trae el alcohol de la destilación y sirve además de oficina. Esta estancia tiene unas puertas carreteras a la calle para facilitar la descarga del orujo.
La sala de destilación está resuelta con cubierta a dos aguas y estructura de madera con cuchillos a la española y teja segoviana. La cubierta presenta una elevación en donde está emplazado el depósito de agua y parte del alambique. La sala de los pozos también está resuelta a dos aguas y con la misma disposición, vertiendo las aguas al muro de separación entre las dos estancias, que hace de limahoya.
En la sala de destilación hay, además del ingenio de destilación, un pozo artesiano que servía para llenar los depósitos, el bajo y el alto, cuando no había agua corriente.
El ingenio de destilación consta de: caldera, puente, caldereta, columna elevadora, condensador, depósito de agua con serpentín y probeta.
La caldera está armada con ladrillos dispuestos perimetralmente formando el hogar. Se cargaba con 200 Kg de orujo y 160 litros de agua. El orujo se introducía por una escotilla superior. Para facilitar el abastecimiento de combustible al hogar el suelo presenta un rebaje de medio metro de profundidad.
El puente comunica la caldera con la caldereta, que dispone de indicador de temperatura.
Sobre la caldereta va montada la columna elevadora y sobre ésta el condensador.
Seguidamente nos encontramos con el serpentín. De él sale el alcohol ya destilado, pasando por la probeta camino del contador ya en la otra sala. La probeta indica el grado de destilación del alcohol y el contador los litros destilados (2).
La materia prima era el orujo, que es el “hollejo de la uva, después de exprimida y sacada toda la sustancia”(3), y por tanto, el residuo del prensado de la uva para la elaboración de vino. D. Pedro trabajaba el orujo cuatro meses al año y el resto laboreaba de agricultor.
El orujo lo compraba en los pueblos limítrofes: San Cristóbal, Martín Muñoz, Moraleja de Coca, Santiuste de San Juan Bautista... Cuando tuvo tractor iba a por orujo hasta Juarros de Voltoya y La Seca. Lo almacenaba en unas pilas en parte excavadas en el suelo y en parte rematadas por un pequeño muro. El interior de estas pilas está chapado por lajas de pizarra. Los “pozos de orujo” una vez llenos, se cubrían con una capa de barro de unos 5 centímetros y encima de ésta otra de capa de arena del mismo espesor. Así permanecía el orujo perfectamente cerrado dos meses, desde finales de Octubre hasta Enero. Además de los dos pozos de orujo situados en la fábrica, D. Pedro tenía excavados otros cerca del convento, pero hoy están tapados.
Después de ser destilado el orujo, el residuo sólido se dejaba secar durante el verano y se utilizaba como combustible.
El proceso de destilación era simple: cargada la caldera con orujo y agua en las proporciones correctas, se cocía la mezcla procurando que siempre hubiera agua en la caldera. El producto llamado flema era alcohol de 65º.
Una destilación duraba tres horas y la caldera hacía 200 kilogramos. En el día se hacían 4 calderas, que daba un movimiento de 800 kilogramos diarios de orujo destilado. En los cuatro meses de campaña se destilaban 70.000 kilogramos de orujo. En todo este tiempo la caldera permanecía encendida apagándose alguna noche eventualmente.
La destilación del alcohol estaba sujeta a control por el Estado, igual que el café o la achicoria. Se registraba el orujo comprado y el alcohol producido y los libros se inspeccionaban periódicamente. D. Pedro conserva un manual de Hacienda donde consultar las dudas que pudieran surgir.
LA SEGOVIANA, FÁBRICA DE ALCOHOL NEUTRO VÍNICO de Rapariegos
dejó de destilar en 1977.
Jorge Miguel Soler Valencia
NOTAS:
1- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – 1992.
2- En la actualidad parte de los elementos de destilación están desmontados, han sido las indicaciones de D. Pedro las que nos han permitido dibujarlos en su disposición de trabajo.
3- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – 1992.
Informante: D. Pedro Martín