viernes, 2 de enero de 2009
FABRICA DE PAÑOS
-“LA SEGOVIANA”, FÁBRICA DE PAÑOS DE FUENTEPELAYO-
Refiriéndose a Fuentepelayo escribe Carlos de Lecea “Hubo en Fuentepelayo en el Siglo pasado (se refiere al Siglo XVIII) una escuela de hilar y cardar lanas finas para las fábricas de esta ciudad de Segovia, en cuya escuela aprendían ese oficio unas treinta muchachas. También existían más de treinta telares para fabricar paños ordinarios dieciochenos, catorcenos y sayales, que en constante decadencia se han venido sosteniendo, aunque en corto número. Hoy solo producen sayal o paño muy inferior, en pequeña escala”. (1)
Por lo que podemos ver la tradición en el oficio de hilar y tejer la lana en Fuentepelayo viene de tiempo atrás. Nos comentó D. José Aragón que su padre, antes de fundar la fábrica ya estaba en el oficio con varios telares de mano y ésta fue el paso lógico a la mecanización.
En la Fábrica de hilados y tejidos de lana “LA SEGOVIANA” se desarrollaban todas las labores para pasar del bellón de lana al producto tejido a excepción del tinte. La fábrica está dividida en dos secciones: la de hilatura y la de tejido. Empezó a funcionar en Agosto de 1940 con los telares adquiridos de una fábrica que se cerró en Sonseca provincia de Toledo. Las máquinas de la zona de hilaturas proceden de la Real Fábrica de Tapices y fueron adquiridas sobre el 44 ó 45. La fuerza motriz para accionar las máquinas esta confiada a unos motores eléctricos.
En la zona de hilaturas el motor está situado sobre un soporte a la altura del arranque de las cerchas y por medio de una correa acciona un eje situado en su mismo nivel que recorre toda la nave. Desde este eje transmisor, por medio de correas, se da movimiento a las máquinas.
En la zona de tejido también es un motor eléctrico el encargado de mover todas las máquinas pero éste está situado en una pequeña dependencia, siendo el sistema de transmisión similar a la anterior. En los años cincuenta, debido a los cortes del fluido eléctrico, tuvieron que instalar como fuente de energía de emergencia un motor diesel.
De forma esquemática el proceso de trabajo era el siguiente:
En la fase de hilatura: adquisición de la lana, lavado, secado, batido, cardado, hilado y venta.
En la fase de tejido: preparación de la urdimbre, tejido, batanado, lavado, secado, corte, cardado, doblado, prensado y venta.
Compraban la lana directamete a los ganaderos y a tratantes, siempre entrefina.
La lana se lavaba en el arroyo Malucas, introduciéndola en el agua en los propios cestos de mimbre que se usaban para transportarla. En estos cestos, llamados cobatillos, se movía la lana para que con la propia corriente del arroyo, el agua se llevara la mugre. Deslavazada, la lana se secaba delante de la fábrica; en verano en un día estaba seca.
Seguidamente se batía en “el diablo” que es una cardadora para la lana en bruto. Tiene un cilindro lleno de púas metálicas que gira a gran velocidad y disgrega y abre la masa de lana en pequeños mechones y proyecta las impurezas que tenga. Del diablo pasaba a la ventiladora, que es otra batidora de las denominadas de “palos de acción repetida”. Esta ventiladora está formada por un gran cajón de madera que en su interior tiene un eje provisto de unos palos dispuestos radialmente con respecto al centro y de forma helicoidal con relación a su longitud. La lana, que era introducida por un extremo, era arrastrada por los palos al girar el eje y salía por el extremo opuesto. Las impurezas que se habían desprendido salían por la parte inferior.
La lana, ya limpia y batida, se llevaba a la cardadora que tenía por misión completar la depuración y mezcla de la lana y preparar un velo continuo y uniforme de lana (colcha o napa) para sacar la mecha. La mecha es una cinta formada por velo de lana de sección uniforme y longitud continua preparada para ser llevada al torno de hilar.
La máquina de hilar transformaba las mechas de preparación en hilos del grueso deseado según los tres principios fundamentales en la hilatura: estirado, torsión y plegado.
Las hilaturas se mandaban en forma de madejas al tinte o se vendían sin teñir según los requerimientos del cliente. Antiguamente había tintoreros en Olombrada, después se tuvieron que mandar a Madrid. En Fuentepelayo el “tío Maragatos” teñía las mantas de azul y tuvo mucha aceptación.
La Segoviana suministraba hilaturas a la Real Fábrica de Tapices.
En la sección de tisaje la primera máquina que se utilizaba era el urdidor. Su función era la de servir para preparar la urdimbre, que era la trama de hilos paralelos que se entrelazará con otro continuo en el telar para formar el tejido. Estaba compuesto de dos partes, el soporte o bazar, donde se colocaban las canillas y el urdidor propiamente dicho en donde se enrollaban.
Para las mantas, la urdimbre constaba de 12 fajas y cada faja de 10 hilos lo que hacían un total de 120 hilos. Para cada manta se daba una longitud de 5 metros y como se hacían de ocho en ocho la longitud de la urdimbre era de 40 metros. Para los paños se daba una longitud de 24 metros. Había dos tipos de urdidores: el urdidor de cuña y el de lizo; el segundo lo hicieron en Zamora.
Del urdidor se llevaba la urdimbre al telar que “es la máquina de tejer” (2) Para pasar del urdidor al telar se enrollaba la urdimbre en unos rollos de madera. En el telar, los hilos de la urdimbre se repartían en dos lizos, los pares en uno y los impares en otro, los lizos se movían verticalmente haciendo que los hilos pares estuvieran una vez arriba y otra vez abajo alternativamente con los impares, dejando en este movimiento una abertura “calada” a través de la cual se hacía pasar la lanzadera, que llevaba dentro el hilo continuo de la trama. A cada pasada de la lanzadera el peine empujaba los hilos de la trama continua para darle al tejido la compacidad necesaria. La operación se iba repitiendo alternativamente y de esta manera se entrelaza el hilo continuo con la urdimbre formando el tejido.
Los telares mecánicos de Fuentepelayo no difieren en esencia de los primitivos de madera y accionados manualmente que son sus antecesores y que en algunos casos convivieron en la producción.
Pascual Madoz registra en su diccionario un gran número de pueblos que contaban con tejedores y no solo de lana sino también de lino y cáñamo. El paso del telar manual al mecánico es uno de los hitos referentes de la industrialización, al aumentar considerablemente la producción y estandarizar el producto, que pierde su carácter manufacturero y artesanal. Todavía podemos encontrar en la provincia artesanos tejedores continuadores de una tradición familiar centenaria como D. Rafael Colomo en Olombrada y D. Simeón Colomo en Adrados.
El primer telar mecánico que nos encontramos en la nave principal fue comprado de segunda mano en Sonseca provincia de Toledo en 1940, pero fue construido por los años veinte.
En la sala de telares, seguramente el telar más antiguo sea el comprado en Pastrana provincia de Guadalajara, marca SCHÖNERR y con cuatro lanzaderas.
Otro fue comprado a los Hermanos de San Juan de Dios en Palencia marca –ANTONIO GREGORI Sor DE DURAN CAÑAMERAS- SABADEL –2487.
También hay un telar mecánico de garrote que es más pequeño y tiene un ancho de 90 centímetros y se usaba para hacer los tejidos de las alforjas y costales. Nos comenta D José Aragón que gano un premio en la Exposición Textil de Barcelona de 1929.
Las mantas se tejían unas detrás de otra en número de ocho por urdimbre. La separación entre manta y manta se hacía por la zona de flecos que quedaba sin tejer y sería la referencia para cortarlas. Salía de los telares la lana ya tejida en “jerga” y era necesario enfundirla, es decir darle el cuerpo correspondiente. Este cometido se hacía en el batán. El batán es del tipo de rodillos realizado todo en madera incluso los engranajes. Para abatanar las mantas se introducían las ocho enrolladas y unidas haciendo un anillo, cosiendo los extremos de la primera y la octava. Durante el tiempo de batanado que oscilaba de tres a cuatro horas, el batán no dejaba de mover las mantas mojándolas en agua al pasar por la parte inferior y comprimiéndolas al pasar por el rodillo situado en la parte superior. Después del proceso las mantas mermaban, quedándose en menos de tres metros y haciéndolas impermeables por el mucho cuerpo que tomaban.
Después del batán pasaban a la lavadora. Unidas de igual forma que en el batán se introducían las mantas en la lavadora a la que se le añadía “greda” y agua a corriente. Después de una hora de lavado las mantas salían limpias y muy suaves. La greda la obtenían de una cantera cerca de Bernuy de Porreros a la que iban con el carro y el macho.
Lavadas las mantas se cortaban y se secaban en perchas. Para sacarles el pelo se pasaban por la carda mechera.
La última operación antes de la venta era doblarlas y prensarlas.
La venta de los paños y mantas segovianas la hacían ellos mismos a particulares y a tiendas. D. José Aragón tenía unos seis años la primera vez que salió con su padre a vender paños, mantas, lonas y alforjas. Tenían un itinerario que recorrían todos los años, con el carro cargado de género y tirado por un macho. Iban tocando las ferias más importantes y entre ellas los pueblos limítrofes. Salían a mediados de Septiembre y no volvían hasta mediados de Febrero. Su primer destino era la feria de Jadraque, “donde se vendía mucho”. De Jadraque dirigían su camino a la Feria de Torija y a diferentes pueblos de la Alcarria, donde se vendían muchas mantas. Para cuidar la carga, ellos dormían en el carro, y el macho, en la posada. De la Alcarria ponían sus pasos a los pueblos de la provincia de Madrid, Paracuellos, Barajas, San Agustín de Guadalix, Colmenar Viejo (donde se vendía mucho paño a los vaqueros con el que se confeccionaban pellizas), Buitrago, Lozoya, Torrelaguna y volvían por la provincia de Guadalajara: Marchamalo, Humanes, Hita (donde había una buena romería) Cuando se quedaban sin género se lo mandaban por ferrocarril a Torrejón de Ardoz donde tenían una persona concertada. En la provincia de Segovia vendían principalmente en la zona de la Sierra Pastoril: Matabuena, Arcones, Prádena... y en la zona de los Churros: Ontalvilla, Adrados, Cozuelos...
Cuenta D. José que cuando contaba con 14 años a su padre le dio un ataque de reuma y se tuvo que volver en tren y él se quedó sólo con el carro, el macho y el género para la venta. Al ser su itinerario periódico en los pueblos ya los esperaban y a pesar de su corta edad no solo no tuvo ningún problema sino que al contrario de lo que esperaba su padre volvió con 18,000 pesetas. “La gente era muy buena con nosotros” comenta.
La Fábrica de Paños de Fuentepelayo es el único ejemplo completo en la actualidad, continuador de la antigua industria segoviana de los paños. Se cerró en plena producción pero el mal del tiempo esta provocando desperfectos en el edificio. Esta situación esta sugiriendo una actuación para recuperar, conservar y difundir esa parte importantisima de nuestra Historia Industrial Segoviana.
Jorge Miguel Soler Valencia
NOTAS:
1- LECEA Y GARCÍA Carlos de, RECUERDOS DE LA ANTIGUA INDUSTRIA SEGOVIANA, F. Santiuste. Impresor de la Sociedad Económica de Amigos del País -1897.
2- Real Academia Española, DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – 1992.
Informantes: D. José Aragón.
Hijos de D. Mariano Aragón; Dª. Inés, Dª. Mª Celi y D. Miguel Ángel
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